“Nuestra temporada comienza con la floración de julio y termina al año siguiente nuevamente en el mismo mes. O sea en este momento nos encontramos en plena campaña 2023-2024, a mitad de carrera. Y podemos decir que ha sido una temporada un poco complicada a causa del clima. Tuvimos una seca muy fea, especialmente en la región del Chaco, y también en la zona norte del país, que no permitió que la producción prospere como se esperaba. En tanto, en el sur, se registró abundante lluvia”, explicó.
De acuerdo con el especialista, la falta de lluvia en las zonas mencionadas provocó que el néctar de las flores sea escaso, mientras que en el sur el exceso de agua terminó lavando todo el néctar. “Posteriormente, cuando se estabilizó un poco el clima, recién pudieron comenzar algunas cosechas, pero ya a finales de diciembre y principios de enero esto pasó sólo en algunos departamentos. Es decir, se perdió la cosecha tempranera que es la que se da en setiembre y octubre”, precisó.
Por lo cual, ahora las esperanzas están puestas en la próxima cosecha de otoño que es la de Semana Santa, pero todo dependerá nuevamente de cómo avanza el fenómeno de El Niño y la entrada de La Niña, pues en apicultura, como en cualquier otro rubro, el clima es determinante, según Escobar.
“También es bueno aclarar que muchos productores no pudieron cosechar porque tampoco hicieron bien sus deberes. Como la campaña 2022-2023 fue buena porque llovió muy bien en los meses que tenía que llover, muchos productores se confiaron y pensaron que el 2023 iba a ser igual y se dejaron estar sin cumplir con las recomendaciones en torno al manejo de la producción, por lo cual, obviamente se vieron perjudicados luego. No así los productores que previeron todo y si cumplieron con sus tareas, estos sí pudieron cosechar”, especificó.
No obstante, como la apicultura es considerada una actividad de ciclo corto, los productores tendrán nuevamente la posibilidad de recuperar lo perdido en la cosecha que se avecina. “La producción que perdieron, podrían recuperarla, incluso el doble, en la próxima cosecha de Semana Santa, que abarca los meses de febrero, marzo y abril”, manifestó el experto.
En esta campaña, se espera que la producción de miel ronde las 1.000 a 1.100 toneladas/año de un total de 75.000 cajas (apiarios) a nivel país, cifra que continúa siendo inferior a la demanda interna que se mantiene en 3.000 toneladas. “Pero como mencioné anteriormente, todo va a depender del fenómeno de El Niño, que no solo está afectando a nuestro país sino a toda la región”, remarcó.
Escobar también se refirió al comercio mundial del producto y al requerimiento del mismo. “Hubo buena demanda de miel durante la pandemia, aumentó su consumo; en todos lados se compraba con el fin de levantar la inmunidad del cuerpo, pues se la recomienda mucho como remedio natural. Sin embargo, en 2022 y 2023 el requerimiento fue disminuyendo y el comercio decayó a raíz del sobrestock que había. Pero, posteriormente, el ingreso del Niño en ambos hemisferios hizo que la producción decayera; entonces el stock de miel remanente se terminó consumiendo y posibilitó, además, la apertura de mercados, lo que hizo que la demanda se eleve de nuevo”, explicó.
Agregó que en lo que respecta a Paraguay para esta temporada de otoño-invierno, se prevé una buena demanda y venta del producto, ya que la producción no será tan prominente como en campañas anteriores.
Actualmente, alrededor de 15.000 familias distribuidas en todo el país se dedican a la cría racional de abejas. Caaguazú, Itapúa, Misiones, Presidente Hayes y Ñeembucú, son los departamentos donde se concentra la mayor producción.
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