A nivel global, el movimiento hacia la eliminación de jaulas avanza con fuerza. En la Unión Europea se proyecta su eliminación total antes de 2030, y países como Chile, Uruguay y Colombia ya cuentan con normativas mínimas de bienestar animal. En Paraguay, aunque no existen aún regulaciones específicas, los productores de huevos camperos aseguran que el cambio es inevitable.
Una de las marcas que lidera esta tendencia es Huevos SANO, instalada en la Colonia Mariscal López (Caaguazú). Su propietario, Julián Dos Santos, inició el emprendimiento en 2022 con 8.000 gallinas y hoy ya maneja un plantel de 60.000 aves, con el objetivo de llegar a 100.000. “Elegimos este modelo por la calidad del producto y porque es algo diferente dentro del mercado. El huevo campero tiene una clara más espesa, yema más colorida y, según muchos clientes, hasta un gusto distinto”, comentó Dos Santos en diálogo con InfoNegocios.
Su experiencia en el agro y una planificación enfocada en la diversificación fueron indispensables para entrar en un rubro que, según afirma, tiene una demanda constante. “El huevo es parte de la canasta básica. Se consume todos los días, incluso en épocas difíciles”, señaló.
En paralelo, otras marcas como Huevos Al Campo también impulsan este modelo con un enfoque más técnico. Su fundador, Oscar Lombardo, destacó que el bienestar animal tiene un impacto directo en la calidad del huevo. “El pasto que consumen nuestras gallinas contiene xantofilas y carotenos que tiñen la yema de un color más anaranjado. Además, al vivir sin estrés, producen huevos más frescos y sabrosos”, explicó.
Huevos Al Campo cuenta con certificación de bienestar animal, lo que implica garantizar acceso al aire libre, sombra, tierra, agua limpia y la posibilidad de que las gallinas expresen comportamientos naturales como escarbar o darse baños de polvo. “Somos los únicos en el país con este certificado, lo que nos permite acceder a un nicho de consumidores dispuestos a pagar un precio más alto por productos éticos y sostenibles”, aseguró Lombardo.
Desde Sol Huevos Camperos, su propietaria Soledad Soljancic remarcó que esta forma de producción no solo es más respetuosa con los animales, sino también más eficiente en términos sanitarios. “Las aves criadas sueltas tienen mejor inmunocompetencia. Nuestros huevos tienen cáscaras más resistentes, lo que reduce riesgos de contaminación, y una yema más intensa y sabrosa”, destacó.
El modelo también implica desafíos. En comparación con la producción industrial, se necesita más espacio por ave, mayor inversión inicial y una logística más delicada. “En nuestro caso, la recolección se hace a mano y con mucho cuidado”, relató Soljancic.
A pesar de estas exigencias, todas las marcas coinciden en que la aceptación del público ha sido positiva. Algunos consumidores valoran la calidad del producto; otros priorizan criterios éticos y medioambientales. Sin embargo, aún persiste una fuerte competencia con el huevo convencional, más barato y masivo.
“Vemos que el mercado abre tres granjas y, a la vez, cierran otras cuatro. El secreto está en la gestión. Es un negocio que requiere planificación y visión a largo plazo”, reflexionó Dos Santos.
“El bienestar animal no es una moda: es el futuro de la producción pecuaria sostenible”, afirmó Lombardo. Y sus colegas coinciden. En un mercado que valora cada vez más lo natural, lo saludable y lo ético, las gallinas libres no solo viven mejor, también ponen huevos que valen más.
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