¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Trabajé inicialmente en Manufacturas Pilar y más tarde en la firma Carlos Casado. En 1978 me incorporé a la empresa familiar Iris, para hacerme cargo del área industrial. Con el correr del tiempo, me puse como meta exportar nuestros productos, algo que anteriormente era casi imposible. Con la apertura del Mercosur se hizo posible porque ya no tuvimos cargas impositivas muy pesadas. Empezamos enviando a Clorinda, Argentina. A partir de ahí, tuvimos experiencias interesantes con Uruguay y fuimos creciendo.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
Cuando empezamos, se tenían muchas dudas porque los productos paraguayos tenían fama de ser de baja calidad. Contra esas dificultades fuimos avanzando, dando respuestas efectivas a todas las exigencias.
Además, el comerciante, el industrial paraguayo siempre tenía problemas en lo que hacía; no quería exportar porque decía que se le exigía internamente más que lo que en otros países le exigían a sus compatriotas. Digamos que si le pedían A, en Paraguay pedían AA.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
Creo que el mercado de exportación es uno de los logros más importantes que tuvimos durante mi gestión, junto a mi hermana Carmen, con quien llevamos adelante emprendimientos exitosos y audaces. Hoy llegamos, además de Uruguay, a Chile con nuestras marcas, y con nuestros productos veterinarios a Perú, Centroamérica y también a Colombia. El 30% de nuestra facturación es resultado de las exportaciones, y nos permite mantener una economía de escala muy positiva.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Saber cuándo es tiempo de lanzar un producto. Los industriales, aparte de héroes, tenemos que ser un poco adivinos, porque lanzar un producto implica hacerlo en el momento oportuno; claro que también hay que hacer un trabajo de marketing.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
El Estado debe colaborar de forma efectiva para que las empresas crezcan, pero en Paraguay tenemos cargas impositivas que no tienen razón de ser. Sí hay que exigirle al industrial que cumpla con las obligaciones legales, que no explote a sus empleados.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
Hay una nueva escuela. En los años 70, por ejemplo, se lanzaba un cigarrillo bueno, bonito y barato, pero eso al poco tiempo caía abruptamente en calidad. Esa era la política del industrial de esa época. Felizmente eso quedó de lado y ahora todos apostamos por la calidad.
¿El empresario actual debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
Hoy es muy grande la velocidad con la que el empleado envejece tecnológicamente. Es importantísimo que los empleados y empresarios podamos acompañar a las nuevas tecnologías, que es lo que nos permite mantenernos competitivos.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
Mi formación es técnica, y leí los libros de Kaoru Ishikawa sobre control de calidad. Ese es el campo en el que estuve muy involucrado y por eso los tenía como mis libros de cabecera.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
En cuanto al staff, ellos tienen el balanced scorecard en el que se fijan los objetivos que se deben alcanzar. Eso arranca desde la gerencia general y va descendiendo. Y en cuanto al personal, cuando se llega a los objetivos establecidos, nosotros repartimos con ellos un porcentaje de las utilidades que genera la empresa.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
El estrés es parte de la actividad empresarial, y quien la tiene debe agradecer porque significa que está con vida. Por supuesto, creo que es algo que se debe aprender a manejar para no entrar en depresión. Yo me siento conducido por la mano de Dios y eso es muy importante para aceptar las cosas, tanto las buenas como las que son más argeles.
Tu opinión enriquece este artículo: