Su visión sobre la actualidad ganadera, sus objetivos en caso de ser electo, la conquista de nuevos mercados internacionales, la necesidad de diálogo entre los representantes, la necesidad de sumar a los talentos jóvenes e introducir nuevos procesos, son algunos de los temas que conversamos con Manuel Riera, vicepresidente de la Asociación Rural del Paraguay (ARP) y referente del sector ganadero.
¿Qué lo motiva a postularse para la presidencia de la ARP?
Tengo muchos motivos. El primero es la tradición familiar, porque somos una familia de ganaderos, de la cual formo parte de la cuarta generación y hace 100 años que estamos trabajando en el mismo lugar de Caraguatay. Mi abuelo fue presidente de la ARP, al igual que mi padre, entonces para nosotros la defensa del gremio es una cuestión casi genética.
Aunque no es el único motivo. En los últimos tiempos vimos que la ARP, de alguna manera, dejó de estar institucionalizada, organizada en base al respeto, al estatuto, a la estructura de la rural, a los órganos de competencia de la administración y me parece que debe volver a sus viejos fueros, a convertirse en un sitio donde los productores podamos discutir los temas de interés de la ganadería, para construir una ganadería moderna.
¿A qué se refiere con una ganadería moderna?
Esa necesidad del cambio nos está impulsando, creemos que la rural es una estructura que nació para un tiempo, para un momento, para resolver determinados problemas, y los hombres que la crearon y los que se fueron sucediendo en la administración de la rural, atendieron esos momentos circunstanciales que la ganadería nacional requería.
Hoy en día la ganadería cambió muchísimo, es un negocio importante, es el tercer pilar de la economía nacional, por detrás de la energía eléctrica y la agricultura, con la producción de granos. Aparte de ser el tercer pilar, la ganadería es como el orgullo de la bandera paraguaya, porque está dando reconocimiento internacional al país, porque se habla de la carne paraguaya.
Creemos que la rural necesita un cambio, y creemos que nosotros somos el cambio. Así como la simbiosis entre la agricultura y la ganadería, tiene que haber una simbiosis entre experiencia y juventud, y tenemos que conseguir modificar la estructura actual de la rural para permitir que la gente joven y con ideas renovadas lleguen a los lugares de decisión de la asociación.
Hablamos del tercer pilar de la economía y del reconocimiento internacional, ¿cuál es el panorama actual del sector?
En estos momentos el hato ganadero está en 14 millones de cabezas, lo cual te da una medida de la importancia de la ganadería, porque son dos cabezas por habitante. Todavía no le alcanzamos a Uruguay, pero estamos bastante cerca y somos más que muchos otros países.
Brasil tiene una cabeza por habitante, entonces ahí te das cuenta de la magnitud de la ganadería en el país. Sin embargo, esas 14 millones de cabezas exigen aumentar el nivel de la tasa de procreo, donde estamos más o menos en el 50%, y debemos llegar a un 70% cuanto menos a nivel nacional, y también debemos aumentar la tasa de extracción.
En estos momentos estamos faenando sobre 14 millones de cabezas, unos 2.1 millones de cabezas, lo que representa un promedio de 17% de nivel de extracción. Los países con altísima eficiencia y buena capacidad de extracción están por arriba del 21%, que es una cifra que debemos alcanzar.
Con esas 2.1 millones de cabeza, de las cuales 1.8 millones se exportan, Paraguay genera alrededor de más de US$ 1.000 millones, dependiendo del precio del momento. Pero generando esta cifra y conquistando nuevos mercados, sobre todo los de volumen como el asiático, habríamos logrado que todos esos dólares se distribuyan entre la gente.
¿Cómo impacta el negocio ganadero en la economía nacional?
Cuando el sector energético genera entre US$ 4.000 o 5.000 millones, ese dinero va al Estado y luego se distribuye de alguna u otra manera en el pueblo. Pero cuando la ganadería genera US$ 1.000 millones o la agricultura genera más US$ 3.000 millones por año, eso va directamente al bolsillo de la gente, tiene un efecto económico multiplicador positivo.
La cadena de la carne representa un 12% de las personas económicamente activas y representa cerca de 300.000 empleos directos y más de 1.000.000 de personas que viven de la carne.
Este no es un rubro que pueda ser desconocido o ignorado, es un rubro al que hay que apostar, es un rubro en el que se tiene que invertir más, pero para eso se necesita mayor cantidad de mercado, que aumente la competencia, que mejoren los precios, y el ganadero se encargará en invertir en el desarrollo. Y el desarrollo es generación de riqueza y reducción de pobreza.
Justamente sobre el tema de mejores precios, ¿cómo está la relación con los frigoríficos?
Los precios mejoraron un poco, estamos más o menos en los US$ 2.5 por kilo de carne de exportación para Europa, este es un precio que todavía no permite que los ganaderos tengan resultados positivos, pero sí de alguna manera viene a paliar las pérdidas con los US$ 2 por kilo que tuvimos durante 2019 y gran parte del 2020.
La discusión con los frigoríficos sigue, es decir, creemos que hay un hecho significativo que implica soportar un mercado imperfecto, donde hay siete firmas que compran carne y hay 145.000 productores de carne. Entonces, si tenemos una relación de siete versus 145.000, te podrás imaginar que cualquier efecto como el que estamos viviendo ahora de la concentración de Minerva con 40% de la faena, puede producir distorsión de los precios y alteración de las reglas del mercado.
Si se alteran las reglas del mercado y no funciona la libre competencia, obviamente estamos hiriendo de muerte un negocio que maneja las cifras que mencioné anteriormente. Esto significa que el Estado tiene el deber de hacer cumplir la garantía constitucional de la libertad de concurrencia y la libertad de mercado para que la inversión no se desaliente.
¿Qué papel juega la trazabilidad para conseguir nuevos mercados?
Paraguay tiene un sistema de trazabilidad que se maneja en la ARP, con el cual estamos llegando a los mercados más exigentes, en especial a Europa. El problema de Europa es que es un mercado premium que consume cortes nobles, que son unos cinco en total, y eso representa que se exportan unas 5.000 toneladas, incluyendo las 1.000 toneladas de Hilton, entonces quiere decir que estamos haciendo la trazabilidad para 5.000 toneladas.
Si entramos en Estados Unidos, como estamos previendo este año, son otras 10.000 toneladas que no exigen trazabilidad. Si mejoramos la exportación a Taiwán, que está por las 30.000 toneladas, tampoco exigen trazabilidad, así como Asia tampoco lo hace, salvo Japón.
Para conquistar el mercado japonés tenemos que ver cuántas toneladas llevarían y ver si estamos en condiciones de exportar con este sistema de trazabilidad.
Lo cual quiere decir que la trazabilidad debe motivar una mesa de discusiones donde se converse sobre qué tipo de trazabilidad, qué nivel de identificación de los animales queremos, hasta dónde queremos llegar, cuánto costará este sistema, qué vamos a recibir a cambio de la implementación, y sobre todo discutir para qué la queremos, ya sea para mejorar los niveles de exportación, mejorar los niveles de seguridad jurídica, para ayudar a la salud animal o muchas otras razones.
Hablando de mercados siempre está pendiente el tema de China, ¿qué opina al respecto?
El tema es sencillo, el mercado de China representa más o menos el 50% de las importaciones de carne a nivel mundial, con sus 1.400 millones de habitantes, que comen un promedio de dos kilos cada uno. Si llega a subir esta cifra a cuatro kilos, no existirá carne en el mundo que pueda abastecer esta demanda.
En abril China compró 157.000 toneladas de carne, lo cual significa el 50% o más de la exportación anual de Paraguay. Pagó por esa carne US$ 5.200 la tonelada, es decir, US$ 5.2 por kilo, mientras que nosotros en estos momentos tenemos un promedio de US$ 4 por kilo, que son US$ 1.2 menos en una compra de volumen.
El problema es que Paraguay faena el 50% de macho y hembra. La carne de hembra, que es carne de vaca refugo −es carne industrial− y esa carne compran los mercados de volumen. ¿A quién le vendemos si Rusia se está achicando y no tenemos un mercado como China? Por eso, tenemos que aumentar el número de mercados disponibles.
¿Por qué es importante el Instituto Paraguayo de la Carne?
Hay que promocionar la carne, pero esto significa que se tenga información, que existe, pero está dispersa. Por ejemplo, existen mercados que quieren un tipo de animal con mayor o menor cantidad de grasa, con un tipo de color o una distribución determinada. Para hacer ese animal se necesitan unos tres años, es decir, tengo que elegir las vacas, el reproductor, tengo que producir el ternero y pasado ese tiempo recién tendré el resultado de la apuesta.
Todo esto no se puede hacer si de antemano no te dicen hacia dónde vamos, porque en la ganadería las cosas no se improvisan, ya que si buscás conquistar un mercado se planifica entre cuatro o cinco años antes, para saber lo que quiere ese mercado.
Un buen mercado se basa en la confianza, ¿existe esa confianza actualmente?
Tenemos que sentarnos para hablar con los representantes de la industria y poder decirles que hay cuestiones que tenemos que acordar, así como también otras cosas que seguir debatiendo.
En mi opinión, el precio no es un motivo de discusión, es un tema entre el productor y el comprador, pero saber qué mercados queremos, a qué mercados apuntamos, qué instituto queremos, si queremos la trazabilidad o el manual de cortes, si necesitamos certificación, queremos el control de las medidas, establecer en tiempo real el control de la faena, y ese tipo de cuestiones debemos construir para generar confianza entre las partes.
Y la confianza, que es la base del comercio, solamente se consigue a través de la transparencia, entonces si no transparentamos las relaciones esto no será posible.
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