Esto no quiere decir que la educación técnica o universitaria sea de menor interés, pero sí resalta que los cimientos deben ser fuertes desde los inicios, para que en vez de formar estudiantes que simplemente transcurran sus años de estudio, sin encontrar herramientas transformadoras, se pueda crear jóvenes sobresalientes que sean competitivos en todos los ámbitos de la vida, y sean capaces de innovar ante las situaciones complejas del entorno, completó.
Charotti refirió que para impulsar políticas que mejoren la calidad de la docencia, existen cuatro dimensiones fundamentales que se deben tener en cuenta:
La primera es que se debe reclutar a los mejores profesionales hacia la docencia, brindando condiciones propicias para que estos se sumen al sistema escolar. Además, esto debe ir acompañado por un sistema de méritos, que no se encargue de equiparar a todos los docentes en una sola categoría, sino que los catalogue en base a sus conocimientos y logros académicos.
La segunda es mejorar los sistemas de formación docente, que se los formen con materiales idóneos, por medio de profesionales de vasta trayectoria, y que esta formación teórica pueda complementarse con una formación práctica, lo que significa un aval en materia de una educación integral.
La tercera guarda relación con el desarrollo profesional, apuntando que, mediante la capacitación continua, un educador pueda superar las evaluaciones frecuentes para confirmar que está apto para desempeñar sus funciones. Esto tiene que regir desde los profesores hasta los directores de los centros educativos.
Y la cuarta es realizar una evaluación de las distintas áreas, para determinar en qué aspectos nos encontramos en una situación óptima, y cuáles son aquellos en los que tenemos que mejorar para continuar construyendo un sistema eficiente.
Situación
Mediante evaluaciones nacionales como la del Sistema Nacional de Evaluación del Proceso Educativo (SNEPE) u organismos internacionales como la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), la calidad del aprendizaje es un factor vital que debe mejorar cuanto antes.
“En general dan cuenta que gran porcentaje de los alumnos, cerca de un 70% de los niños y jóvenes en edad escolar, presentan rezagos significativos en los procesos de aprendizaje. Sin importar que estos pertenezcan al primer grado, sexto grado, noveno grado u otros grados”, afirmó.
Los rezagos se evidencian en las áreas de cálculo y lectoescritura, refirió. Aunque, observó que, desde la introducción de la democracia, también incrementó la cantidad de niños y jóvenes que ingresaron al sistema educativo, pero un factor pendiente es mejorar los contenidos, la formación docente y la adecuación de estos contenidos a los tiempos moderno.
Para fortalecer esta propuesta, debe existir una gobernanza educativa, en la cual cada uno de los actores se rija bajo un modelo específico, es decir, basarse en un orden institucional que los alinee bajo metas conjuntas, y también la financiación adecuada, que sirva como indicador sobre cuánto cuesta la aplicación e implementación de cada acción a ejecutar, aseveró.
“Estamos situados entre los países con menor índice de calidad educativa en América del Sur y el Caribe y Paraguay está entre los que menos invierte en educación”, recalcó.
Sobre este último punto, se estima que nuestro país invierte cerca del 4% del producto interno bruto (PIB) en educación, siendo que el valor mínimo recomendado por Unesco es del 7%.
A esto, Charotti argumentó que no es cuestión simplemente de incrementar el presupuesto, sino de evaluar la eficiencia de los gastos ejecutados y administrar adecuadamente los fondos para su mejor utilización, siempre en base a la planificación general.
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