Una de las últimas organizaciones que reportó que Paraguay sería la economía con la contracción más leve en el 2020 y uno de los países con un efecto rebote moderado en el 2021 es la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal). El organismo estima que la caída de este año para Paraguay sería de 1,6% del PIB y el rebote para el 2021 se encontraría por los 3,5%, siendo el promedio regional 3,7%.
Para el investigador del Centro de Análisis y Difusión de la Economía Paraguaya (Cadep), Fernando Masi, el efecto que podríamos experimentar el próximo año será mucho menor que los vividos luego de las crisis del 2009 y 2012. “Esto se debe a que en el 2009 y el 2012 teníamos una situación externa favorable porque los precios de los commodities subieron. A pesar de que en materia agrícola no se crea mucho empleo, hay efectos multiplicadores sobre otros sectores de la economía”, expresó.
Masi opinó que los problemas para el 2021 serán más graves porque la crisis desembocó en el cierre de empresas, despidos e incluso la vuelta de muchos compatriotas que trabajaban en el exterior. Según la Cepal, la reducción interanual de los ingresos en Paraguay por remesas de emigrados fue de -16%, el país con mayor caída después de Bolivia y Perú.
“La economía se reactivará en general, pero se explica en el desempeño del sector agroexportador y agrícola. Esto se debe al modelo que tenemos y, por ende, no sabemos si es que los sectores como el de servicio tendrá un repunte el próximo año”, argumentó Masi. En complemento, mencionó que una de las características llamativas de Paraguay es que, aunque reporte crecimientos macro, tal crecimiento no se plasma en mayor bienestar.
Mujeres, las más afectadas
La economista Verónica Serafini, haciendo referencia a su último artículo publicado en la revista Economía y Sociedad del Cadep, también consideró que hay que ser cuidadosos al afirmar que en los últimos meses se vive una recuperación económica. Según sus estudios, la brecha de empleo entre varones y mujeres se amplió, un comportamiento que no es desconocido a nivel regional en periodos de crisis, cuando se observa similitudes durante la crisis de la deuda en los 80.
El agravante que existe en el caso de la pandemia de COVID-19 es que, con el cierre del sistema educativo y las medidas de aislamiento, las mujeres sufrieron una sobrecarga por ser las principales responsables de las actividades domésticas y de cuidado en los hogares. Algunos datos brindados por Serafini reflejan el impacto negativo de la crisis en las mujeres: 47,4% de las mujeres se declararon fuera de la fuerza de trabajo frente a 18,7% de los hombres en el segundo trimestre, dejando un distanciamiento de 28,7 puntos porcentuales.
En lo que respecta a la desocupación o subocupación, en el tercer trimestre el 24,6% de las mujeres se encontraba en una de las dos situaciones, mientras que solo el 13,6% de los hombres dijo que estaban desocupados o subocupados.
“Esto tiene que ver con que los sectores más afectados por la pandemia fueron los servicios y es donde se concentran las mujeres. También hay ciertos problemas en el grupo conformado por las docentes del sector privado y subvencionado”, indicó.
Retorno al sector rural
Otras estadísticas que proveyó Serafini pertenecen a la pérdida de empleo, que se ubicó en torno a los 187.000 puestos de trabajo entre el primer y segundo trimestre, de los cuales 152.000 fueron en el área urbana (80,9%). En el tercer trimestre hubo una recuperación de 185.000 empleos, siendo 100.000 de ellos en el sector rural (65.000 fueron mujeres).
“Del total de empleos generados entre el segundo y tercer trimestre, 85.000 son familiares no remunerados, algo que no podemos festejar”, manifestó Serafini. Por último, enmarcó que estos datos generan un llamado de atención sobre la importancia de la agricultura familiar, no solo como pilar de la seguridad y soberanía alimentaria, sino también como generador de empleo.
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