Sobre la inversión en energías renovables y en hidrógeno verde, Pedro Domaniczky, superintendente de Energías Renovables de Itaipú Binacional, señaló cuáles son los desafíos urgentes para traducir ese potencial en un desarrollo concreto, sostenido y equitativo, superando las falencias en infraestructura, normativa y planificación a largo plazo.
Paraguay ostenta una de las matrices energéticas más limpias del mundo. Según Domaniczky, esto se debe principalmente a la disponibilidad de energía hidroeléctrica, con una producción netamente renovable que cubre ampliamente la demanda nacional. “Podríamos indicar que está claro, especialmente en el componente energético eléctrico, que nuestra matriz es una de las más limpias a nivel mundial. Si uno produce utilizando energía eléctrica en Paraguay, prácticamente estamos hablando de cero emisiones”, aseguró.
“Actualmente, la matriz energética electrica paraguaya se compone de un 20% proveniente de fuentes hidroenergéticas, un 38% vinculado a combustibles fósiles, principalmente importados, y un 42% basado en bioenergía, particularmente biomasa. Este último componente está mostrando un crecimiento sostenido, impulsado por la búsqueda de sustitución de fuentes energéticas tradicionales por alternativas más sostenibles y carbono neutrales”, comentó Domaniczky.
Además, el país cuenta con costos eléctricos considerablemente bajos en comparación con otros países de la región, tanto a nivel industrial como residencial. Esta ventaja comparativa beneficia a los usuarios locales y también representa un fuerte atractivo para la inversión extranjera, especialmente en sectores de alto consumo como el industrial, los centros de datos, la inteligencia artificial y la industria del blockchain.
En paralelo al desarrollo hidroeléctrico, Domaniczky destacó el avance sostenido en áreas como la bioenergía y la electromovilidad. La biomasa, en particular, está ganando terreno como una fuente alternativa viable para usos industriales y rurales, con posibilidades claras de generación distribuida. “Está teniendo un crecimiento interesante, así como la parte del consumo hidroenergético, que tuvo un aumento marcado en los últimos años. Incluso, el año pasado se registró un crecimiento de casi el 18% de la demanda energética”, puntualizó.
En cuanto a la electromovilidad (aunque su implementación aún se concentra mayormente en zonas urbanas), se observa una tendencia clara al alza. Esta línea de desarrollo contribuye a la eficiencia energética general del país y también abre puertas a nuevos modelos de negocio, empleos verdes y tecnologías emergentes.
Sin embargo, Paraguay enfrenta importantes desafíos para explotar plenamente su potencial. “Faltan infraestructura, una normativa clara y un organismo que fomente el desarrollo energético”, puntualizó Domaniczky.
Las regulaciones en áreas clave como la bioenergía y el hidrógeno verde aún no están completas, lo que representa un reto para la innovación y el desarrollo de nuevas tecnologías.
Domaniczky recalcó, además, la necesidad de modernizar las redes de transmisión y distribución eléctrica para hacer frente al crecimiento sostenido de la demanda. “El crecimiento medio de energía está en el orden del 7 u 8% anual, pero es continuo, estabilizado de alguna forma. Ahora tiene un repunte fuerte, principalmente asociado a factores como la criptominería y, eventualmente, los centros de datos”, mencionó.
Otro aspecto subrayado por el especialista es la generación distribuida, que cobra especial relevancia en un país de gran extensión territorial como Paraguay. Este modelo consiste en producir energía cerca del punto de consumo, minimizando pérdidas por transmisión y reduciendo la dependencia de grandes centros generadores. Según Domaniczky, su implementación no solo mejora la eficiencia del sistema, sino que también fomenta la descentralización económica, la creación de empleos locales y la capacitación de técnicos especializados.
“La generación distribuida no es un tema menor. Implica promover pequeñas centrales y otras alternativas que requieren financiamiento, personal capacitado y planificación. Pero sus beneficios son múltiples: eficiencia, desarrollo local y autonomía energética”, puntualizó.
El especialista insiste en que el desarrollo energético está íntimamente ligado al crecimiento económico de cualquier país. “El desarrollo de un país está muy vinculado a su disponibilidad energética. Si queremos seguir creciendo, no podemos tener barreras energéticas. Necesitamos disponer de esa energía para transformarla en fuentes de trabajo e incrementar la torta económica nacional”, enfatizó.
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