¿Cómo empezó su carrera empresarial?
Vengo de una empresa familiar muy tradicional que empezó desde muy abajo, con mi bisabuelo y mi abuelo, quienes habían venido de España. Mis padres me dieron la mejor formación que se podía dar en el país en la época y aunque eran de cuna muy humilde, se tomaron el trabajo de educarnos de la mejor manera.
Si me preguntan cuándo comencé, si hago memoria creo que habrá sido a los 11 años con mi papá. Pero no tengo una fecha exacta de cuándo me empecé a meter en el mundo de la industria y de los negocios familiares.
La nuestra es una empresa familiar muy especial, con todas las virtudes y los defectos de las empresas familiares. Empezó siendo unipersonal, Olegario Farrés, después se convirtió en Farrés SRL, más adelante en Acumuladores Farrés SA, y hoy es Farrés SACeI.
Desde que recuerdo ocupo en ella, por unanimidad, el lugar de mi padre. Manejamos muy bien familiarmente. Como dice mi hermano, alguien tiene que hacer la parte pesada, y esa parte siempre me delegaron a mí.
¿Qué obstáculos encontró para desarrollarse como empresario?
El mayor obstáculo siempre es la parte financiera. Cometí muchísimos errores como todos, me formé en el exterior y quise aplicar aquí directamente todo lo que aprendí afuera aquí. Y no son así las cosas. Después aprendí la forma de llevar adelante los negocios en el Paraguay, donde el valor del dinero en el Paraguay sigue siendo muy caro, específicamente para los que soñamos con una industria en el país. Tener una industria en Paraguay hasta hoy es algo muy difícil.
¿Cuál considera que es su mayor éxito como empresario?
El mayor éxito hoy en día es mantener a flote esta empresa. Estamos en el mercado desde 1930 y nuestro producto sigue siendo considerado de primera línea como industria paraguaya. Y ya avanzamos sobre otros campos. El éxito mayor no radica en el beneficio económico directo, sino en el indirecto. A mí lo que me llena de satisfacción es ver a nuestros colaboradores progresando. Eso significa que estamos haciendo bien las cosas.
¿Qué bondades y defectos tiene el empresario paraguayo?
El paraguayo es una persona muy capaz. Tenés que darle una oportunidad y te va a demostrar lo que puede llegar a hacer. Entre los defectos –y más que de los empresarios en general hablo del industrial- está el que los industriales tenemos una gran tentación en Paraguay y es que vemos que el comercio es absolutamente más rentable que la industria. Y entonces siempre estamos tentados de entrar en el comercio y así perdemos un tiempo valiosísimo, que si le hubiésemos dedicado a la industria quizás habríamos llegado al mismo final más tarde, más despacio, pero contribuiríamos de otra manera para la sociedad. Siempre le digo a la gente que para tener una importadora necesitas un depósito, dos empleados, y te pones a vender. En cambio, para tener una mini industria necesitás por lo menos 20 personas. Es otro concepto, totalmente.
¿Qué consejo le hubiera gustado recibir cuando estaba iniciando su carrera empresarial y se lo daría a otro empresario ahora?
Lo que a mí me marcó a fuego es que lo que estudiamos no es toda la verdad: la verdad se aprende en la cancha. A mí me costó muchísimo. Como dije, me formé en el exterior y cuando quise aplicarlo acá choqué contra una pared. Puede que todo lo que aprendiste sea maravilloso, pero en Paraguay los jóvenes tienen que hacer una pasantía por el mundo real.
¿Es el Estado un aliado o un problema para el empresario? ¿Qué le reclamaría?
Las reglas que tenemos son fantásticas. Cumplirlas es el problema, pero si se pudiera aplicar lo que ya está, sería fantástico. ¿Hay muchísimo por corregir? Claro que hay, pero es cuestión de sentarse y leer un poco las leyes, las prerrogativas y los beneficios que hay para la industria nacional para ver que son espectaculares. Ahora, si nos preguntamos si eso se aplica, ahí entramos en otra conversación.
El empresario actual ¿debe tener alguna formación profesional relacionada con el mundo de los negocios?
En fundamental, por la velocidad de los cambios en el mundo. Cuando me formé las novedades llegaban a Paraguay, seis meses o un año después. Y eso era rapidísimo. Teniendo información es todo más fácil, más simple, más rápido, los problemas se solucionan antes de que aparezcan. Es fundamental la formación, el roce, salir a competir.
¿Un libro que todo CEO o gerente general debería leer al menos una vez en su vida?
El arte de la guerra, de Sun Tzu. Es mi libro de cabecera. Y a pesar del título lo que te enseña es a no chocar de frente cuando sos chiquito, a saber cómo plantear cada situación, y el paraguayo es brillante en eso, sabe cómo plantear cada situación. ¿Cómo pensás que nosotros nos mantenemos en el mercado sabiendo que nuestros vecinos tienen a los mejores fabricantes de baterías del mundo? Tenemos que tener la estrategia de sobrevivir primero y avanzar después. Y ese libro es el que te va a enseñar cómo hacer eso.
¿Cuál es su recomendación para mantener a su equipo motivado?
Soy una persona formada en el deporte. Entonces, es simple: meta conseguida, meta nueva. Ese es nuestro objetivo siempre. Además, hay que darle un reconocimiento a la persona que lo consigue.
¿Cómo lidia con el estrés que produce la actividad empresarial?
Me considero alguien muy afortunado. Cuando me libré de mis errores de juventud, que fueron las deudas con los bancos, considero que no trabajé nunca más. Es una pasión lo que hago, y entonces no puedo decir que tengo estrés porque, al contrario, me tienen que llevar de la oreja para dejar de hacer lo que hago. No es un trabajo, es una pasión. Creo que ahí también está el secreto del éxito.
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