Evaluar la calidad de vida implica reconocerla en un concepto multidimensional que incluye diversos indicadores, y este es un ejercicio que en Paraguay todavía no está instalado. “En nuestro país no se hacen rankings sobre calidad de vida en las ciudades, por lo menos no regularmente”, señaló Vladimir Velázquez, miembro de la plataforma Asunción Causa Nacional.
Esta es una tarea pendiente, pero se puede describir cuáles son los indicadores que muestran si una ciudad posee determinado nivel de calidad de vida y si en el país tenemos alguna que cumpla con los estándares.
Algunos de ellos son clave, como la cobertura y la calidad del servicio de transporte público, la superficie verde del espacio público por habitante, la vialidad para el desplazamiento motorizado -pero fundamentalmente para el desplazamiento peatonal-, la polución vial, la polución sonora, y la calidad de los recursos hídricos.
Además se debe tener en cuenta la seguridad, la calidad de la vivienda, la calidad de los barrios, la población que vive en asentamientos precarios, agua y saneamiento, iluminación, y la densidad poblacional.
“La tendencia es que las ciudades puedan densificarse, que crezcan hacia arriba antes que horizontalmente, no tanto por el modelo rascacielos sino por la eficacia de la cobertura de los servicios”, aclaró Velázquez. Pero también se debe incluir entre las condiciones el acceso a los bienes culturales, al patrimonio de la ciudad, sean monumentos, bibliotecas, museos, o aspectos paisajísticos.
¿Dónde en Paraguay?
“Somos un país que tenemos una deuda estructural con la calidad de vida urbana. Encontrás una o dos ciudades que se destacaron en algún momento; Atyrá fue un modelo que se hizo famoso, y ahora Encarnación. Pero no hay un territorio que tenga un buen transporte público” aseguró el experto.
Velázquez resaltó que sí hay facetas en las que se puede destacar a tal o cual municipio, pero que nuestro país es un caso muy peculiar de América Latina. “La región tiene problemas muy graves en las ciudades, pero Paraguay, junto con Haití y las Guayanas, está en la periferia de la periferia en términos de calidad de vida urbana”, aseguró.
El especialista dijo que hay que poner en evidencia que una ciudad con calidad de vida y con calidad de servicios públicos es mucho más apropiada para los negocios, para el turismo. “No estamos viendo avances significativos, incluso estamos viendo retrocesos. Hay un abismo de diferencia con otras ciudades del continente”, advirtió.
Para revertir esta situación los gobiernos comunales tienen la obligación de pensar en planes de desarrollo amplios e integrales, por lo menos de mediano plazo, manifestó Velázquez. “Se debe establecer una relación entre la institucionalidad municipal y el Gobierno nacional. Asunción no podría pensar en su desarrollo sin una articulación con el Gobierno nacional. Las grandes obras las hace el Gobierno y no la municipalidad”, agregó.
A la capacidad de elaborar una hoja de ruta factible se le debe sumar condiciones de gobernabilidad entre el Ejecutivo y el Legislativo municipales, para negociar y establecer grandes acuerdos; y articular una gobernanza con la sociedad civil y el sector privado.
“Tiene que ser una hoja que tenga un liderazgo en la gestión política. La planificación es un ejercicio político que requiere una planificación técnica, porque un plan de desarrollo es un proyecto político”, remarcó.
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