El abogado Edward Arca López, presidente del Centro de Atención al Deudor (Cenade), señaló que la tarjeta es un producto estratégico dentro de la economía de un país, y que “el inconveniente no reside en la suba de tasas de interés, sino en la falta de educación financiera de los usuarios que compran por encima de sus ingresos y no pueden hacer frente a sus compromisos”, refirió Arca.
Además, recordó que cuando se estableció el descenso de la tasa de interés de 42% (promedio anterior) a una tasa de 15% (promedio actual), las personas no dejaron de solicitar productos financieros, y simplemente optaron por los préstamos personales o de consumo.
“En consecuencia, las casas de crédito empezaron a incrementar sus operaciones. Básicamente migraron a otro producto”, explicó.
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No obstante, las tarjetas de crédito tienen un tope de 15%, pero los otros productos operan con tasas de interés de hasta 37,54% en guaraníes, según Edward, y de 15,67% en moneda extranjera (tasas usurarias). Entonces, la disminución de la tasa no redujo la deuda de los usuarios, ya que finalmente se enfrentan a tasas más elevadas con sus créditos.
“Algo positivo es que desde el 2020, las casas de crédito serán reguladas por el Banco Central del Paraguay, lo que permitirá mejor control sobre los préstamos emitidos y sus tasas respectivas. Además, servirá para controlar no solo a las entidades, sino a los particulares que se dedican a este rubro”, resaltó.
Suba de tasas
Si se incrementa a un 20%, 25% o 30% los topes de interés, según Arca, las entidades financieras podrán aumentar su cartera de clientes a través de la entrega de tarjetas de crédito, y eventualmente empezaría a moverse el comercio, con diversas promociones, tal como sucedía cuando se tenía un 42% de interés, y ofrecían cuotas sin intereses u otras ofertas atractivas.
“Lo importante es que el usuario sepa utilizar esa tarjeta de crédito, ya sea que se tenga una tasa de 15%, 25% o 42%. Que entienda que esta línea de crédito es un dinero prestado, que debe ser abonado en tiempo y forma”, recalcó.
“Si bien es una herramienta útil, también es nociva si no se tiene una educación financiera integral y se gasta los fondos en productos o servicios que exceden los niveles de ingresos de un particular o una empresa”, concluyó.
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