Si bien el proceso de urbanización, las menores tasas de fecundidad, las mayores capacidades educativas de las mujeres y la expansión de los servicios de salud mejoraron las condiciones de participación femenina en la economía, existen cifras que demuestran que aún falta avanzar. Uno de los puntos en el que la brecha de desigualdad está muy latente es en la inactividad, el 48% de las mujeres en edad laboral están inactivas, es decir, no trabajan ni buscan empleo, mientras que la inactividad masculina solo llega al 26,2%.
Es importante aclarar que de la totalidad de las personas inactivas, el 65,6% son mujeres. La inactividad laboral tiene como principal motivo el estudio, pero en mayores porcentajes las labores del hogar y los “motivos familiares” son causantes del 41% de la inactividad femenina en la economía.
Las desigualdades en oportunidades y condiciones son otros puntos que afectan principalmente a las mujeres, el 51,9% de las mujeres ofrece su mano de obra al mercado, mientras los hombres lo hacen en un 73,8%. Además, la tasa de desempleo es mayor para las mujeres, específicamente 5,7% contra 4,5% en hombres. El desempleo juvenil femenino está en aumento y llega a 10,7% y el subempleo afecta 7,3% más a las mujeres que a los hombres, teniendo al 28,7% de las mujeres desempleadas y subocupadas a la vez.
En lo que respecta al salario, en promedio, las mujeres ganan el 70,6% de lo que ganan los varones. El trabajo en el sector privado, excluyendo el empleo doméstico remunerado, registra menores brechas de género y las mayores se nota en el trabajo doméstico pago.
Educación
El promedio de años de estudio en el área urbana supera casi 4 años al rural, la diferencia entre el promedio de los años de estudio de hombres y mujeres es de 0,1% del total. Sobre el analfabetismo, a nivel nacional, afecta a 4,6% de los hombres y 6,1% de las mujeres, la brecha se amplía en el sector rural, 7,7% (varones) contra 10,2% (mujeres).
En la asistencia a la educación formal desde los 15 a 17 años existe una brecha de 0,7% entre varones y mujeres, el sector urbano marca una diferencia favorable para los varones en 0,8% y en el sector rural con 0,6%. Entre los 18 a 24 años, las brechas son favorables a las mujeres, exceptuando en el área rural, donde hay igualdad.
Estos números que relativamente son positivos, con brechas mínimas y con mayores ventajas en algunos aspectos para las mujeres se deben al peso del sector urbano, sin embargo, en el sector rural ambos tienen menor asistencia, pero la balanza es favorable a los varones.
Latinoamérica sigue con alta brecha laboral
Según el libro Participación Laboral Femenina ¿Qué explican las brechas entre países? del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), en los años 60, 2 de cada 10 mujeres trabajaban o buscaban un trabajo activamente, hoy son casi 7 de cada 10. La participación laboral femenina de la región sigue casi 30 puntos por debajo de la de los hombres, lo que se da en menor o mayor medida en todo el mundo.
El BID y el Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) mencionan que Uruguay y Perú son los países que lograron mayor inserción de las mujeres en el mercado laboral, aproximadamente en un 80%. El índice de inserción laboral de Paraguay es de 70,5% y es el cuarto país detrás de Uruguay, Perú y Colombia que reflejan mejores números.
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