Ciongo expresó que, en Paraguay, se sigue sosteniendo una tendencia al crecimiento del PIB, en un 5% este año, muy por encima de las cifras de países de la región, con una sequía superada, conforme al buen desempeño de las dos represas más importantes: Itaipú y Yacyretá, que tuvieron un crecimiento interanual del 50% con la estabilización del caudal de los ríos.
“Estamos muy positivos con los números de este año. Pensábamos que la sequía podría impactar, pero vamos a tener una muy buena cosecha de soja, no récord como en años anteriores, de 10 millones de tn, pensamos que llegaría a 9.500.000 tn, disintiendo en un 120% con la campaña anterior, que fue la peor sequía. Esto sumado al buen caudal de los ríos”, expuso.
El economista aseguró que Paraguay proyecta el mayor crecimiento de la región, puesto que Brasil prevé crecer 1,3% en el PIB, Argentina estima recesión, Chile cayendo, y Uruguay se encuentra con las tasas de interés más altas del mundo.
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Posteriormente, comentó que sin duda Paracel marcará un antes y un después para la economía del país, así como ocurrió en Uruguay con empresas papeleras, que no precisan exclusivamente del clima para sostenerse.
“Desde el momento que empiece a construirse Paracel, en 12 meses, estimamos que dará un impulso adicional del 1,5% al PIB. Eso quiere decir que esperamos crecer en torno al 3,5% el año que viene, o puede ser otro 5%”, aseveró.
Para Ciongo podría ingresar fácilmente US$ 1.000 millones anuales en divisas (9% del PIB), una vez que esta industria sea puesta en marcha, y el 10% de las exportaciones, compitiendo con los rubros que tradicionalmente generan más divisas en exportaciones: carne y soja.
Por otro lado, si bien se llegó a la meta del Banco Central del Paraguay (BCP), con relación a la baja de la inflación (4,5%), se preguntan por qué las tasas de interés no están bajando y probablemente la respuesta esté en las perspectivas de la Reserva Federal, el Banco Central de los Estados Unidos (FED), que se encarga de supervisar el sistema bancario.
“El mensaje del Banco Central es que esto seguirá en pausa posiblemente durante el primer semestre”, subrayó, destacando que podría ser uno de los primeros en flexibilizar la política de reducción de tasas de interés bancario en Latinoamérica. En este horizonte, la tasa quedaría en 7% para la segunda parte del año.
En alusión al tipo de cambio, el economista enfatizó en que no debería haber presión al alza, considerando que se esperan grandes flujos de dólares con las exportaciones de soja.
Igualmente, resaltó que Paraguay posee un bajo nivel de endeudamiento, un 36% del PIB, aunque el 90% de la deuda pública se halla en moneda extranjera, una revisión que sugiere al futuro Gobierno. “El año que viene va a tener un superávit tanto en balanza de bienes como en cuenta corriente”, auguró.
Por otra parte, destacó que estos factores se fueron desarrollando porque es uno de los países que no cambia su dirección económica, aunque cambie de Gobierno, y en este sentido sostuvo que, independientemente a quien gane en las próximas elecciones, no vislumbran que la línea económica vaya a cambiar.
Lo que queda pendiente
No obstante, el país enfrenta una debilidad institucional, reflejada en la corrupción, que no le permite el ansiado grado de inversión, alcanzado por países como Uruguay, con instituciones estatales más transparentes.
También apuntó que Paraguay debería diversificar su economía y para combatir tiempos de sequía, insistió que la inversión pública en infraestructura podría ser el camino al crecimiento macroeconómico, pero los tiempos de licitación no son los apropiados.
Con respecto a Uruguay, refirió que a diferencia de la economía paraguaya, la uruguaya está más diversificada, de modo que con el ámbito de servicios puede subsanar el mal momento del sector primario. El economista ejemplificó que si bien dependen de la agroganadería, también el turismo representa el 10% del PIB y esta última temporada, y pese a la inflación, experimentaron un récord en recaudación, superando cifras del 2019.
Al referirse a Argentina, dijo que atraviesa una sequía histórica que no permite buenos rindes de soja y maíz, cuyas consecuencias se verán con una incidencia del 30% en la reducción del PIB.
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